sábado, 23 de mayo de 2009

La Cultura os hará Libres

Una de los mayores logros de las nuevas tecnologías ha sido poner la cultura al alcance de todo el mundo, al menos de cualquiera con acceso a internet y un mínimo de curiosidad. El problema -para algunos- es que la industria, en su tradicional papel de distribuidora de la cultura, se está viendo perjudicada, y reacciona como buenamente puede al negro futuro que se le viene encima.

Es una cosa parecida a lo que ocurrió a principios del siglo XX con la invención de las neveras eléctricas y los congeladores: la boyante industria del hielo, la cual había provisto de nieve para enfriar las fresqueras de los hogares pudientes durante siglos, fué borrada de un plumazo por el inevitable progreso.

Tal vez la analogía no sea del todo acertada, ya que ahora cualquiera puede fabricar hielo en su casa, en cambio la música, el cine, la literatura y demás obras susceptibles de ser digitalizadas requieren de un esfuerzo intelectual por parte del autor, el cual, según la propia industria, también se está viendo perjudicado, hasta el extremo mostrado por la publicidad de las plataformas antipiratería, donde afirman abiertamente que no habrá más cultura si no seguimos comprándola como siempre habíamos hecho: a un alto precio y sin protestar.

Según mi humilde opinión, la industria de la distribución tiene dos opciones: adaptarse o desaparecer; empezar a pensar en sacarle partido a las neveras o pasar a la historia. La distribución digital es barata, rápida, y lo que es más importante: elimina intermediarios, esa gente que se lucra con el trabajo ajeno y cuando ve que se le acaba el chollo sólo le queda el derecho a pataleta.

En cuanto a la distribución física, en lo único que se puede rascar es en el valor añadido del producto, es decir, la parte analógica; más allá de los puros datos que descargamos está el formato, la presentación, la calidad de la grabación... y por supuesto un precio asequible.

No creo que  la industria de la producción; seguirán haciéndose películas, canciones, libros; no sólo porque sigue siendo una industria lucrativa, también porque es una necesidad ancestral humana, tanto la de consumir cultura como la de crearla, anterior al juego social y económico en al que nos vemos empujados.

Como propuesta final, tal vez sería interesante que los propios gobiernos financiasen la cultura y permitieran su libre distribución, por ejemplo desviando parte de fondos que se dilapidan en el ministerio de la guerra.

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