miércoles, 29 de julio de 2009

Crimen y Castigo


A raíz de un comentario -y posterior conversación- sobre mi anterior artículo, me he decidido a dar mi humilde y profano punto de vista con un poco más de claridad y extensión sobre un tema tan controvertido.

El crimen (o delito) es un concepto común en la historia de las sociedades humanas, y surge de forma natural debido a la necesidad de nombrar aquellos actos que no están bien vistos dentro del seno de la sociedad donde han sido cometidos; sirve por tanto para categorizar a un ciudadano, cuando se ha desviado del correcto camino, como criminal o delincuente, para pasar a tratarlo como tal.

Asociado desde siempre al concepto de crimen está la idea del castigo. Ya sea por venganza, con fines disuasorios o como elemento correctivo, siempre ha habido un castigo para los criminales; actualmente existen -en los países civilizados- dos clases de castigo: el económico (multa) y la privación de libertad (cárcel) que puede prolongarse indefinidamente en algunos casos. El primero se considera como una reparación del daño causado desde el punto de vista económico, mientras que el segundo se considera por la sociedad como el castigo propiamente dicho.

No entraré a discutir sobre la conveniencia de unas leyes u otras; es indudable que una legislación justa y equitativa es más fácil de cumplir, y que leyes absurdas servirán para encausar injustamente a ciudadanos ejemplares; por simplicidad supondremos que las leyes son justas. También quiero resaltar que es mucho más importante la prevención del crimen que su posterior castigo; la mayoría de los crímenes -como apunto más abajo- son por causas económicas, fruto del sistema en el que vivimos, tendremos que hacer profundos cambios en él para que el crimen se reduzca.

La privación de libertad es sin duda un castigo desagradable. Al considerar la libertad como el principal derecho del ser humano, no puedo más que entender la cárcel como un lugar terrible. Ahora bien, el libre albedrío implica asumir la responsabilidad de los propios actos, por lo que entiendo el castigo como una necesidad para mantener la cohesión de la sociedad, al menos mientras permanezcamos en un estado moral tan primitivo. Ahora bien, ¿cumple la cárcel su función? Desde luego saca de circulación durante un tiempo a los criminales, sin embargo tarde o temprano vuelven a la calle, con años de vida robados, llenos de resentimiento y pocas posibilidades de empezar un de nuevo. Puede que haya excepciones, per la cárcel marca para siempre a sus inquilinos, los convierte en criminales curtidos, apartándolos totalmente de la sociedad.

Otro grave inconveniente del sistema carcelario es su elevado coste. Teniendo en cuenta la elevada población carcelaria (no sólo aquí, en todo el mundo) esto supone un gasto público inmenso para mantener un sistema que no funciona. ¿Qué hacer entonces? Esta es mi propuesta:

La mayoría de delitos son de origen económico, prueba de ello es que los países más ricos tienen tasas de criminalidad más bajas que sus vecinos menos afortunados; la mayoría de delincuentes provienen de las capas más bajas (menos favorecidas) de la sociedad, y lo llevan a cabo como una ocupación de supervivencia. Encerrar a estas personas agrava su problema social y crea profesionales del crimen, una vez éstos no tienen otro medio posible de sustento.

Creo que sería más conveniente para estas personas y para la sociedad misma convertir las cárceles en grandes talleres o fábricas; los presos trabajarían en ellas, con un horario justo y un salario acorde a su cualificación, pero ya no serían presos; su única condena sería el trabajo al que estarían obligados a asistir, ya que las cárceles tendrían sus puertas abiertas. Parte del salario de los delincuentes se destinaría a pagar su deuda, podrían vivir en la cárcel o en cualquier otro domicilio que fuera conocido.

Parecen haber insalvables dificultades prácticas para llevar a cabo esta idea, pero si se piensa bien no sería muy diferente al tercer grado[1] que cumplen miles de presos actualmente; estas personas sólo van a dormir a la cárcel cuatro días a la semana, en este caso irían cinco días a trabajar. La libertad vigilada, junto con el trabajo, podrían conseguir lo que no se ha conseguido con el sistema penitenciario vigente: acabar con la delincuencia, y de paso quitar la enorme carga económica que el propio sistema supone.

Para no alargarme demasiado, concluiré que serían necesarios castigos más severos para crímenes mayores, especialmente aquellos que impliquen daño real: la violencia física, los crímenes sexuales, los asesinatos a sangre fría tienen causas menos prosaicas que los delitos comunes; son perpetrados por mentes sin duda enfermas, carentes de empatía, que necesitan una atención mayor para ser reeducados en conductas socialmente aceptables, si es que es posible hacerlo; la cárcel no les disuade de sus repugnantes actos, será necesario encontrar un método viable para modificar su conducta, sin caer tan bajo como ellos. ¿Qué propones tú?


[1]Derecho Procesal Penal. Apartado 4.4

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