miércoles, 16 de diciembre de 2009

Voto obligatorio

Aquí en España el sufragio se considera un derecho. Tenemos derecho a participar en la vida pública de nuestro país una vez cada par de años, momento en el que se nos consulta sobre quién nos cae más o menos simpático de entre unos cuantos privilegiados.

En otros países las cosas funcionan de un modo ligeramente distinto. En Australia, Bélgica o Luxemburgo votar no es un derecho, sino una obligación. No se les pregunta su opinión a los ciudadanos, sino que se les exige esa opinión, ya que como cuidadanos que disfrutan de las ventajas de un Estado que les proporciona -con mayor o menor acierto- protección y derechos es su deber implicarse activamente en las pocas decisiones políticas que recaen en sus manos.

La principal consecuencia del voto obligatorio es el lógico aumento de la participación. En España tenemos índices de abstinencia que están entre una cuarta y una tercera parte de la población en edad de votar. Toda esta gente que por pereza o desinterés no participan del mínimo resquicio de poder que la democracia representativa les otorga, tendría que tomar una decisión si se vieran obligados a votar, elegir un partido u otro y aumentar el grado de correspondencia entre la realidad política y la realidad social de nuestro país, esferas de realidad que por desgracia parecen pertenecer a distintos universos.

El principal argumento en contra de esta práctica es la pérdida de calidad del voto. Los votantes que ejercen su derecho lo hacen en libertad y eligen más sabiamente que aquellos coaccionados por el estado, que no harán otra cosa que "ensuciar" los resultados.

Seamos sinceros. La calidad del voto en España es muy, muy baja; tan baja como el nivel educativo de la sociedad española y su grado de concienciación respecto a la vida pública. El único fin interesante del voto obligatorio sería que aumentara el nivel de implicación de los ciudadanos en la política; cuantas más personas tomen consciencia de que los asuntos públicos condicionan completamente su propia vida e ignorarlos sólo sirve para que otros se aprovechen, cuanta más gente se de cuenta de que ha perdido las riendas de su propia vida porque su país corre descontrolado hacia el abismo por culpa de la ineptitud y la indiferencia; cuanta más gente lo vea claro, más posibilidades tendremos de tomar las riendas y empezar a hacer bien las cosas.

Nos guste o no, tenemos el gobierno que nos merecemos. Por acción o por omisión, somos responsables.

Fuente: ACE

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